
Había un marido que se quejó con San Juan Crisóstomo porque su esposa no lo amaba. El Santo le contestó, “
Ve a casa y amala.” “Pero no entiendes,” dijo el marido. “¿Cómo puedo amarla cuando ella no me ama?” “
Ve a casa y amala,” repitió el Santo. Y tenía razón: donde no hay amor debemos poner amor y lo encontraremos.
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