Señor y Maestro de mi vida, no me abandones al espíritu de pereza, de desánimo, de dominación o de palabra vana. Da en cambio a tu siervo el espíritu de castidad, de humildad, de paciencia y de caridad. Oh Señor y Rey, concédeme reconocer mis faltas y no juzgar a mi hermano. Tú que eres bendito por los siglos de los siglos. Amén.
No comments:
Post a Comment