

Cuando un hombre está trastornado o entristecido con el pretexto de que es bueno y por una causa que traerá beneficio a su alma, pero está enojado con su prójimo, es evidente que esto no va conforme a Dios:
porque todo lo que viene de Dios es pacífico y útil y conduce al hombre hacia la humildad y a que se juzgue a sí mismo.
— San Barsanufio el Grande
El enojo es una emoción humana. Todo ser humano llega a sentir enojo en cierto momento. He aquí la importancia de la ascesis—una disciplina para lograr la virtud por medio de ejercicios espirituales como el ayuno—que ayuda a controlar nuestros pensamientos y emociones antes de que se conviertan en pecado. El problema no es sentir el enojo; el problema es cuando el enojo nos controla y hace que ofendamos a nuestro prójimo y a Dios, y a fin de cuentas es nuestro espíritu el que sufre.
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